En el mundo de la competición,
sobre todo en alto rendimiento y en deportes de resistencia, son muy conocidas
las pruebas de esfuerzo. Estas pruebas, que no son más que test físicos
estandarizados, nos van a dar mucha información útil para nuestro entrenamiento
y para saber cuál es nuestro nivel físico.
Si tienes ya una cierta trayectoria deportiva o si quieres ponerte
entrenar en serio, yo te recomendaría hacerte una prueba de esfuerzo. De ella
vas a sacar datos y conclusiones muy valiosas y podrás planificar mejor tus
entrenamientos.
Veamos con detenimiento en qué consiste este tipo de pruebas.
¿Qué es una prueba de esfuerzo?
Es un procedimiento para valorar la condición física del
deportista, donde se le lleva a realizar un esfuerzo considerable. Aunque hay
varios tipos de pruebas de esfuerzo, una de las más utilizadas es un test
progresivo el tapiz rodante o en cicloergómetro (bici estática, para
entendernos).
En esta prueba, comenzamos corriendo o pedaleando a un ritmo
cómodo y cada minuto se subirá un peldaño de intensidad, llegando un momento en
el que no podamos seguir la prueba debido al agotamiento. No son pruebas de
mucha duración, en unos 15 minutos habremos acabado.
Para obtener los datos útiles de la prueba, se hace un
electrocardiograma y un análisis de gases, así podremos posteriormente analizar
a qué velocidad ocurren cambios significativos en nuestro corazón o cómo varía
el consumo de oxígeno y dióxido de carbono durante la prueba.
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