miércoles, 6 de septiembre de 2017

Fobia a volar: cómo controlarla



La fobia a volar, aviofobia o aerofobia es un temor que ha crecido con el aumento de personas con posibilidades de subirse a un avión.


 De acuerdo a los manuales psiquiátricos, alrededor de un 25% de la población en países industrializados (40% señalan otras estadísticas) manifiesta miedo a volar en algún grado, desde sentir la “guata” apretada o sudar un poco más de lo normal durante el despegue y aterrizaje, hasta el extremo de una ansiedad tan intensa que aparecen palpitaciones, boca seca, temblores y pensamientos catastróficos que pueden terminar en ataques de pánico.

 Según el doctor Rodrigo Erazo, psiquiatra experto en fobias de Clínica Las CondesDr. Rodrigo Erazo

Psiquiatría Adultos

Reservar Hora / Más Información, el temor a las alturas o al encierro influyen en el miedo a volar, pero en la mayoría de los casos es un miedo primario, es decir, que no se gatilla por un evento traumático. “La persona nunca se había subido a un avión, pero se sube y se muere de miedo de que se caiga”, dice.

 En la mente de quien tiene miedo a volar, todo puede ser un indicador de que ‘algo está mal’. “Una vez que el pensamiento perturbador está en la cabeza, lo más probable es que su ansiedad sólo vaya a escalar”, explica el doctor Erazo.

 Controlar el miedo a volar

 Si eres de esos pasajeros que se paran gritando “¡vamos a morir!”, hay alternativas para controlar el miedo. Existen simuladores de vuelo, terapias psicológicas, talleres educativos, meditación y relajación. También libros, aplicaciones móviles y páginas web.

 Es clave que aprendas todo lo que puedas sobre volar y cómo funcionan los aviones. Una técnica que sirve es entrenar tu cerebro, fingiendo normalidad, calma y racionalidad, y equiparte de lo necesario para leer, escuchar música, comer o tener compañía durante el vuelo. Y no te vayas atrasado.

 “El entrenamiento y la educación son claves. Sí, sirve explicarles, y que sepan cómo funciona el avión, las probabilidades de que suceda algo y ese tipo de información”, explica el especialista. En los casos más serios una terapia combinada –con psicoterapia y fármacos– puede ser de gran ayuda. “En particular la terapia cognitivo conductual da muy buenos resultados”, afirma.
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