Navidad, la fiesta de las luces, la paz y la armonía; en la
que las personas celebran el nacimiento de Jesús. Es la temporada en la que se
celebra la hermandad, la armonía, buena voluntad y la honestidad entre las
personas.
Las palabras amables fluyen, se reparten cientos de abrazos,
gastar mucho dinero en regalos es lo correcto y ya sea el estrés o la
depresión, son los estados de ánimo que todos parecen tener.
¿Qué? ¿Navidad
significa estrés y depresión?
Por desgracia, sí. Lo es para muchas personas que entran en
el círculo vicioso de los regalos sin sentido y de quemar dinero en cosas que
no se necesitan, apoyando el consumo no sustentable y el materialismo
desmedido.
Desde que se tiene memoria, Navidad significa regalos y
gasto. Y creo que es lo correcto, porque todo mundo parece encantado con la
idea. Sin embargo, el gastar dinero y recursos sin pensar, provocan un
irremediable estado de tensión y depresión en la gran mayoría de las personas.
La buena noticia es que todo
este maremágnum consumista tiene cura. Aplicar ideas de simpleza
y minimalismo nos ayuda a pensar y a apreciar la esencia perdida de la
temporada.
El minimalismo nos ayuda a comprender y a alejarnos de la
saturación, de las compras innecesarias; y a tener una vida mucho más
tranquila. En días donde el gasto en regalos y artículos nos invade, es
necesario detenernos a pensar y a no fluir con las ideas implantadas por la
mercadotecnia.
Sí, Navidad como la conocemos es el triunfo de la
mercadotecnia, pero tendría que ser el triunfo de la humanidad y la
generosidad.
Para mí, que no soy de alineación juedo-cristiana, las
fiestas de diciembre son un gran momento para reflexionar qué es lo que estamos
haciendo como sociedad. Y veo tantas cosas que decidí escribir esta mini serie
de artículos sobre cómo tener una Navidad Minimalista.
En cada entrega hablaré de ideas para celebrar gastando lo
menos posible o ¡nada!
Ya para cerrar esta primera entrada, dejo la regla máxima
para comprar regalos… o cualquier cosa:
Antes de adquirir un artículo, y siendo brutalmente honesto,
responde estas simples preguntas:
¿Realmente lo
necesito? ¿La persona que recibirá el regalo, realmente lo necesita?
Con mucha seguridad la respuesta siempre será no. En caso de
que la compra sea vital, entonces hay que hacer una compra informada e
inteligente, pero eso es materia para otro post.
Finalmente, ¿no es
mejor demostrar mi aprecio con humanidad, amistad, amor y compasión?
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