Minimalismo suena a arte. O a
arquitectura interior. Suena a diseño, a enfoque y a claridad. Para realizar
una obra minimalista, hay que saber qué es lo importante, qué es lo que atraerá
toda la atención. No hay nada que esconder, cada cosa tendrá su sitio.
La idea básica del minimalismo es
reducir tus pertenencias a lo que realmente necesitas para reconquistar tu
propio espacio y dar rienda suelta a tu creatividad. A partir de un entorno
equilibrado y ajustado a tus actividades tendrás la tranquilidad de probar
nuevas cosas, de encontrar qué es lo que te gusta y cuál es tu pasión. El
tiempo que antes invertías en limpiar, ordenar y administrar todas las cosas
superfluas ahora lo puedes pasar con amigos, avanzando tus estudios o
dedicandolo a un hobby. Nunca subestimes el efecto que tu entorno tiene sobre
tu rendimiento.
Deshacerse de lo que ya no sirve, para liberar espacio y energía
Puedes empezar con la revisión de
algún cajón olvidado o de la parte superior de alguna estantería. Intenta
recordar cuando fue la última vez que utilizaste cada cosa. Lo que no has
utilizado en 12 meses o más, lo podrás sacar de tu vida sin echarlo en falta
jamás. Si cada día escoges un objeto que ya no quieres en tu casa, no tardarás
en tener más espacio para respirar. Si tienes familia incluso puedes
convertirlo en un juego o un pequeño ritual. Con menos cosas tendrás más
espacio y la limpieza resultará más fácil.
Muchas personas empiezan con los
libros o con el armario. Tu biblioteca local aceptará encantada los libros que
ya no caben en tu vida. T
Tu ciudad que agradecerán la ropa que ya
no utilizas. No guardes para ti lo que otra persona puede necesitar,
especialmente si en tu casa tan solo acumula polvo.
Rechazar lo que no te sirve, para comprar con criterio
La otra cara de la moneda son tus
hábitos de compras. Deshacerse de lo superfluo no te servirá si sigues
añadiendo nuevas cosas a tu vida. Antes de añadir un nuevo objeto a tus
pertenencias, revisa si a) aportará algo a tu día a día que no pueda ser
resuelto con lo que tienes ahora y b) si realmente utilizarás estas nuevas
prestaciones. Ante la duda utiliza una lista de espera para poner a prueba tus
deseos y suavizar el efecto de la publicidad constante.
No gracias, soy minimalista.
El “no, gracias” es parte integra
del minimalista. Es el rechazo del consumismo ciego y de las compras que solo
benefician a las empresas. Es una forma de negarte a la exigencia de subordinar
tus pasiones a las exigencias de una sociedad cada vez más acelerada. El “no
gracias” es el primer paso para redescubrir lo que te mueve, lo que te apasiona
y aquello por lo que vale la pena implicarse.
El no gracias es el primer paso
para la confirmación rotunda de una vida con sentido y pasión.
¿Aceptas este reto?
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