La senescencia inmunológica predispone a los ancianos a las infecciones y a una recuperación más retardada o inefectiva. Tanto las formas innata como adquirida de la respuesta inmunológica están afectadas por los cambios del envejecimiento.
Se observa una alteración de la función de los macrófagos,
esencialmente la fagocitosis y la presentación de antígenos. El número de
células dendríticas disminuye pero su función no se ve afectada. En presencia
de infección, las funciones de la vía del complemento a través de citólisis, la
opsonización y la activación de la inflamación muestran una respuesta atenuada.
La función de las células B y T, que configuran el sostén principal de la
inmunidad adaptativa, también está afectada por la edad. Al nacer, comienza la
involución del timo que a los 60 años llega al 90%.
La función de las células T
hellper no alcanza su máxima eficacia. Existe una desregulación de la
diferenciación y una menor capacidad para proliferar ante una amenaza. La
respuesta humoral mediada por las células B también está alterada.
Otros aspectos de la inmunidad que se
alteran con la edad son la función y regulación de las citocinas. A pesar de
una activación más inespecífica, hay una menor capacidad para generar
mediadores importantes como el factor de necrosis tumoral α, la intercleucina 1
y el óxido nítrico.
Tales cambios aumentan el riesgo de reactivación de las
infecciones virales y micobacterianas latentes y predispone a nuevas
infecciones exógenas. Con los años, la autoinmunidad se torna más pronunciada,
y con mayor frecuencia se observa la producción de anticuerpos contra antígeno
órgano específicos y órgano inespecíficos.
0 comentarios: