La ausencia de actividad física
en cualquiera de las etapas de la vida resulta perjudicial para la salud. Está
demostrado que la actividad física practicada con regularidad reduce el riesgo
de cardiopatías coronarias y accidentes cerebro vasculares, diabetes tipo II,
hipertensión, cáncer de colon, cáncer de mama y depresión. Es además, un factor
determinante en el consumo de energía, por lo que es fundamental para conseguir
el equilibrio energético y el control de peso.
Está visto que ejercitar el
cuerpo es un factor protector de la salud, principalmente para prevenir las
enfermedades crónicas no transmisibles, estrechamente relacionadas al cáncer,
los problemas cardiovasculares, hipertensión, y las de tipo metabólicas como el
sobrepeso, la obesidad y la diabetes.
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