Esta es mi primera columna para este blog. En algún momento, cuando me plantearon esta posibilidad sentí curiosidad y me pregunté ¿Y qué podría escribir ahí? Y mientras revisaba las distintas publicaciones, interiorizándome en este nuevo desafío, caí en cuenta de que quizás podía hacer mucho más de lo que yo pensaba en un principio.
Soy psicóloga infantil y durante años trabajo y promuevo la crianza respetuosa, intentando explicar las implicancias que esto tiene para nuestro desarrollo como adultos, como seres humanos.
En Iquique, desde hace algún tiempo, un pequeño grupo de profesionales hemos profundizado, poco a poco, en la importancia de trabajar en esta forma de criar, que va más allá del uso de los collares de ámbar, la lactancia prolongada, el porteo, el colecho (y tantas otras cosas en las que podría ir profundizando en otras publicaciones). Todo eso puede estar muy bien, pero la crianza respetuosa es muchísimo más que eso con mucho menos aparataje: se relaciona con volver a conectarnos con nosotros mismos y con los demás, con preguntarnos qué hacemos los adultos y cómo nos hacemos cargo de los niños, cómo atendemos sus necesidades.
Y estas necesidades son mucho más que la alimentación y el abrigo. Se relacionan con el afecto, con el contacto y la disponibilidad de los adultos para regular el estrés de los niños y cómo lo hacemos.
Porque el afecto y la seguridad también son una necesidad biológica, el cuerpo humano necesita del contacto con otro, nuestras primeras experiencias sensoriales nos ayudaran a entender quiénes somos en este mundo y ´qué esperar de él, así como cuál es nuestro rol en la sociedad en la cual creceremos.
Muchas veces, en el afán de proveer a nuestros hijos de todo aquello que ayude en su desarrollo integral olvidamos lo principal: Lo que más necesitan los niños para su desarrollo es interactuar con otros, con nosotros, sus adultos significativos. Y a la vez, que nosotros estemos atentos a sus necesidades para responder con sensibilidad y consistencia, es decir, responder a lo que necesita en el momento en que lo requiere.
Criar con respeto significa replantearnos la crianza, centrando la atención en lo que el niño necesita para su bienestar, atendiendo a sus tiempos y procesos, comprendiendo que no tiene los mismos ritmos que tenemos los adultos.
Para lograrlo, esta acción que involucra ver al otro, requiere a la vez reconectarnos con nuestras sensaciones y emociones, con aquello que muchas veces no dice relación con la lógica cultural, sino con aquello que surge en nosotros cuando, por ejemplo, escuchamos a un bebé llorar ..
..¿Debo tomarlo en brazos porque necesita mi cercanía y consuelo, o hago caso del dicho popular de que debo dejarlo llorar para que no se malcríe? ¿Por qué si al ver un adulto llorar nos acercamos a dar consuelo, cuando eso ocurre con un bebé, nos cuestionamos y en ocasiones actuamos contra lo que nuestras emociones nos indican que es lo correcto?. .
La sociedad, en este afán de que nos volvamos funcionales, ha olvidado la importancia de conectarnos con nuestro legado emocional, ese que arrastramos evolutivamente y que nos ha permitido sobrevivir como especie.
Y este tema, que podría pensarse como algo que es relevante sólo para quienes se encuentran en este proceso de criar y ser criado, en realidad se encuentra íntimamente ligado a quienes somos actualmente.
Es importante recordar que nuestras experiencias tempranas, si bien no determinan nuestra psique, si nos predispone. La disponibilidad que tuvieron nuestros adultos de responder ante nuestro llamado será lo que nos permita saber que esperar del entorno, si podemos confiar en los demás o si debemos olvidarnos de sentir y expresar nuestras emociones porque nadie acudirá a nuestra solicitud de consuelo. Por lo tanto, la crianza no es algo que nos ocurre sólo los primeros años de infancia, es lo que somos el día de hoy y nos acompañará el resto de nuestra vida.
La crianza respetuosa es, entonces, una invitación a reencontrarnos con nuestro ser mamífero y aunque suene paradójico, retornar a lo más básico y pensar la crianza desde un sentido más humano.
La crianza respetuosa nos invita a una crianza minimalista.
Paula Arellano Gálvez
Psicóloga Infantil
Facilitadora Mindfulness
Hablando de crianza respetuosa, apego y el regreso a lo natural para Vive Minimalista
Que simple y directo la nota. buenisimo
ResponderBorrarGracias!! Es el objetivo
Borrarnada más cierto... muy bien planteado y directo... simple, minimalista... un abrazo colega y felicitaciones
ResponderBorrarFelicidades Paula, buenísima columna!!
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