René Quinton
René Quinton, un científico que sólo se preocupaba por la
salud de las personas, descubrió las grandes propiedades curativas que tenía el
mar.
Realizó varios experimentos que le llevaron a la fama,
momento en el que comenzó en Francia el nacimiento de los dispensarios marinos
impulsados por él. En ellos se atendía a niños desnutridos, salvándoles la vida
inyectándoles agua de mar.
También trató a personas adultas de innumerables
enfermedades que curaba con el mismo método. Su fama y su remedio se
extendieron por el mundo y los dispensarios marinos comenzaron a surgir en
diversos países.
Las teorías de Quinton, con sus Leyes de la Constancia, nos
dieron una visión del origen humano y de la salud basada en la Vida y en el
equilibrio holístico (tratar a la persona como un todo, como una entidad y no
por partes separadas).
En cambio, la teoría de la evolución atribuída a Darwin
(copiada de Lamarck) y la Teoría de los Gérmenes de Pasteur (que en aquellos
años competían intelectualmente en igualdad con las ideas de Quinton) se
centraban en la competitividad, en la lucha. El desequilibrio y la muerte.
Mientras que el plasma de Quintón fortalecía el organismo en
su conjunto, el suero de Pasteur, la vacuna, intentaba aniquilar un tipo de
microorganismo concreto declarado enemigo, el cual era específico y por lo
tanto no servía para destruir otro microbio diferente.
Quinton, desarrollando sus Leyes de la Constancia y
fortaleciendo el terreno donde la célula vivía, demostraba que ningún germen
patógeno podría vivir en el mismo, por lo que actuaba directamente
fortaleciendo y defendiendo a todo el cuerpo ante cualquier sustancia invasora.
Pronto el plasma de Quinton curó gran número de enfermedades
que se habían creído incurables y que la medicina de su tiempo y las técnicas
de Pasteur simplemente ni podían tratar.
René fue considerado en todo el mundo como un gran benefactor
de la Humanidad, homenajeado por gran número de Jefes de Estado, militares
médicos, intelectuales… hasta el comienzo de la Primera Guerra Mundial. Durante
la misma y ante miles de soldados heridos, al no existir plasma suficiente, se
empleó el plasma de mar con resultados brillantes.
Pero la guerra hizo olvidar los grandes logros de Quinton y
los dispensarios fueron cerrados uno a uno en poco tiempo. El interés económico
de las vacunas y de las farmacéuticas, que comenzaban a invadir el mercado,
prevaleció sobre la salud.
El capital va donde espera encontrar rendimiento, no el bien
común. Los poderes tenían, como hoy en día, gran interés en mantener a la
población débil, enferma, diezmada y bajo control.
Por su parte, el poder económico no iba a financiar curas
100% eficaces y gratuitas, como la que nos suministra el agua del mar, teniendo
a mano a Darwin y a Pasteur como coartada teórica para justificar y producir
toda una industria de artificios específicos vendibles (antibióticos, vacunas, etc.).
Sin embargo, el objeto de este artículo es dar a conocer
ampliamente a la humanidad las propiedades gratuitas del mar, que existen
personas que han seguido el trabajo de Quinton y que trabajan para implantarlo
de nuevo, creando dispensarios y oasis marinos como legado permanente para la
humanidad.
En diciembre de 2004, coincidiendo con el 2º Congreso
Internacional del Agua de Mar, en la que participaron 22 universidades, se
celebró una experiencia única. El Primer Naufragio Voluntario, en la que 7
“náufragos voluntarios”, unos durante cuatro días y otros siete, sobrevivieron
sin agua dulce ni alimento, consumiendo exclusivamente agua de mar,
demostrándose así, ante la Comunidad científica Internacional, el poder
nutricional celular del agua de mar, suficiente como para que un náufrago
sobreviva en alta mar con agua hipertónica (consumición directa), sin necesidad
de beber agua dulce.
Quedó desmentida la creencia popular de que quien tenga un
naufragio y beba agua de mar morirá o se volverá loco. No sólo se hidrata el
náufrago, sino que se nutre celularmente. Se acabó también el mito con el que
se sustentan las estadísticas que señalan que el 90% de los náufragos mueren al
tercer día. Además de hidratar el organismo mitigando su sed, el agua del mar
inhibe la sensación de hambre.
Beber tres vasos de agua de mar isotónica (2/7 de agua de
mar y 5/7 de agua mineral), es ideal para nuestro organismo y nos protegerá de
numerosas enfermedades. Este plasma marino es gratuito y fuente de vida. Los
dispensarios que nuevamente se están abriendo, aunque muy lentamente, deberán
ser las clínicas futuras, el bienestar del ser humano que tiene a su alcance
elementos gratuitos y en abundancia, para reforzar su salud.
A la mayoría de los humanos el mar nos atrae, nos fascina,
nos encanta escuchar su canto cuando las olas chocan en los acantilados o se
deslizan suavemente por la arena fina de las playas. Dentro de nosotros se
activa nuestro recuerdo escondido, nuestra afinidad por el lugar de donde
procedemos, nuestro recuerdo celular que siente como el mar es su infinita
casa, su origen, la vida misma.
Nuestro cuerpo tiene un 70% de agua de mar isotónica.
Nuestras lágrimas, el sudor, la sangre… todo es salado. El agua del mar baña
todos nuestros organismos internos. Por ello tomar agua de mar, es renovar
nuestros líquidos internos y proteger el medio interno para que ningún germen
pueda alterar nuestra estructura.
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