En la juventud, el tono autonómico basal está regulado por el sistema nervioso parasimpático. En la vejez, la actividad parasimpática disminuye y aumenta el tono simpático.
Este incremento contribuye a aumentar la resistencia vascular sistémica, pero a pesar de este incremento, el envejecimiento se asocia con una respuesta atenuada a la estimulación adrenérgica ß.
Existe
una menor capacidad de los barorreceptores del arco aórtico y del seno
carotídeo para traducir los cambios en la presión arterial, haciendo que la
respuesta de la frecuencia cardíaca a los cambios de la presión arterial sea
menor.
Esta combinación de disfunción autonómica
y disfunción de los barorreceptores relacionada con la edad tiene efectos sobre
la homeostasis hemodinámica, como se observa en los ancianos que toman
diuréticos o ingieren poco líquido.
En los ancianos que no padecen otras
enfermedades, esta disfunción también se asocia con mayor hipotensión postural
y posprandial y con una disminución de la actividad refleja de los
barorreceptores, lo que favorece la depresión del nódulo sinusal, el síndrome
del seno carotídeo y al síncope.
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