miércoles, 7 de septiembre de 2016

Kuafu

La leyenda de Kuafu

Se llamaba Kuafu y vivía en el Norte de China cinco mil años antes de Cristo. Aquellos eran lugares inhóspitos, épocas salvajes. La tierra estaba siempre demasiada seca , despoblado, azotado por los muy fríos vientos siberianos en invierno y calor por el verano.

Los habitantes de esa zona morían como moscas. Una veces porque hacía demasiado calor, y los árboles se secaban, los ríos quedaban sin agua. Otros también morían porque hacía demasiado frío y los días eran tan cortos que no había tiempo para nada ; ni trabajar, comer, ni ir a buscar comida.

Estaba bien claro que, en un caso como en el otro, el culpable no podía ser más que uno : el sol. Aquel astro imperante no hacía lo que tenía que hacer y permanecía indiferente a los sufrimientos de los seres vivos.

Entonces Kuafu tomó la única decisión posible : inconsciente y valiente como era , pensó en seguir al sol , capturarlo y someterlo a su voluntad. Todos los otros habitantes le dijeron que nunca lo conseguiría , que el sol era inalcanzable. Y que si por ventura lo conseguía , al cogerlo su calor lo mataría  sin remedio .

Huafu  no escucho a nadie y echó a correr. Quien lo vio partir jura que se fue tan veloz como el mismo viento.

Se dirigió hacia el alba , en la dirección que la estrella estaba surgiendo. Corrió despreciando el peligro y el cansancio. Corrió a través de montes y ríos, a lo largo de las agotadoras llanuras sin fin. Corrió kilómetros y kilómetros sin volver su vista atrás.

Su paso era tan decidido  que toda la Tierra temblaba al ritmo de su marcha. Se dice que Kuafu alcanzó el sol al anochecer, y que con sus piernas consiguió cubrir toda la longitud del mundo en un solo día.

Aquella bola de fuego estaba ahora frente a sus ojos. Feliz y orgulloso , Kuafu intento abrazarla, pero sintió de inmediato una gran sed, y para aplacarla bebió de un trago todo el río Amarillo y luego todo el río Wei. Pero no fue suficiente para refrescar. Tenía una sed desmesurada.

Trato de llegar a un gran pantano, cuyas aguas habían podido apagar la sed de todas las poblaciones desde el origen de los tiempos. Sin embargo era tarde . Demasiado tarde.

El sol había debilitado a Kuafu hasta dejarlo seco, hasta convertirlo en la sombra reseca del joven valiente que había sido.

Ahora que estaba próximo a la muerte, Kuafu lanzó hacia el cielo su bastón en un gesto desesperado, y este se transformó como arte de magia en un bosque de fruta dulce y jugosa que permanecerán verdes para siempre , ofreciendo a los hombres y a los animales sombra y fruta fresca. Su pelo se convirtió en hierba y su sangre en un largo e impetuosos río.

Así fue como Kuafu salvó a su gente , y desde aquel día nadie volvió a padecer si hambre ni sed.

Su aún hoy existe un lugar en el que  es posible vivir, el mérito es de un joven que intentó coger el sol y se sacrificó a sí mismo para dar nueva vida a la tierra . Este joven era simplemente un corredor.

La historia de Kuafu llega a nosotros desde la antigua China. Es un cuento tradicional  que hunde sus raíces en tiempos remotos y se ha transmitido de generación en generación


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