Minimalismo: ¿Qué hay de bueno en ello?
El término minimalismo se refiere a cualquier cosa que haya sido reducida a lo esencial, despojada de elementos sobrantes. De esta forma, en el campo de las zapatillas, se refiere a aquellas que no llevan amortiguación y que su drop es de cero milímetros.
Las zapatillas minimalistas están de moda hasta el punto que algunas carreras de la geografía española incluyen una clasificación para estos atrevidos corredores. Es más, algunos incluso llegan a terminar maratones descalzos pero ¿qué hay de bueno en ello? ¿Es verdad que te lesionas menos con este calzado? Dar respuestas contundentes es difícil pero intentaré explicar poco a poco qué es lo que ocurre con unas zapatillas y con otras.
Se ha proclamado que las zapatillas amortiguadas favorecen el contacto de talón mientras que las minimalistas lo evitan, trasladando el primer contacto con el suelo a la parte media del pie. Este contacto de mediopié es mucho más efectivo que el de talón, porque aprovecha la energía elástica del tendón de aquiles para correr con menor gasto energético. Pero no es cierto que se consiga con un tipo de zapatilla (minimalista) y se evite con la otra (amortiguada) sino que depende de la técnica de carrera del atleta, del ritmo de carrera y de la orografía del terreno.
Si usamos habitualmente el contacto de talón al correr y nos pasamos al minimalismo, lo primero que conseguiremos es darnos cuenta que tenemos que cambiar la técnica. Si seguimos con la misma técnica y continuamos pisando con el talón, el continuo impacto nos abrasará la piel y, con cierta seguridad, nos impedirá aguantar mucho tiempo e incluso nos lesionará. Si, en cambio, decidimos cambiar la técnica, lo más probable es que acortemos la zancada y empecemos a pisar con el mediopié. Si así lo hacemos, descubriremos que no nos duele el talón y que incluso corremos de manera más bonita (más circular) pero pronto nos cansamos y ni siquiera vamos al mismo ritmo que cuando íbamos calzados. Además, al día siguiente notaremos los gemelos y los sóleos con sobrecarga. Entonces, ¿qué tenemos que hacer?
En primer lugar, hay que entender qué es una zapatilla y para qué sirve. La zapatilla es una herramienta para correr y, como tal, necesita cumplir una función: dejarnos correr y permitir que saquemos el máximo potencial de nosotros mismos. Como es una herramienta que se coloca en los pies -muy lejos del centro de masas-, la física nos dice que su peso juega una importancia vital a la hora de hablar de economía de carrera. Lo mismo sucede con las básculas de antaño, las romanas, que con una pesa pequeña se conseguían muchos kilos al colocarla al final del brazo de medida. Es decir, que la mejor zapatilla para economizar nuestra carrera es la que pese menos o incluso el ir descalzos, pero nos tiene que permitir correr.
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