Caminar sin calzado unas horas al
día en un ambiente limpio y protegido, como el interior de nuestra vivienda,
puede tener beneficios: ayuda a la transpiración natural de la piel, además de
permitirnos descansar de tacones y hormas estrechas. Caminar sobre arena fina
de playa masajea y relaja los músculos y libera la piel de durezas.
Pero la piel descubierta también
está desprotegida y expuesta al medio (como le ocurre a la del rostro o las
manos). Se puede deshidratar fácilmente y, por ello, los pies necesitan
cuidados adicionales de hidratación, limpieza y fotoprotección cuando están al
descubierto. A esto hay que añadir que la ausencia de la amortiguación que
proporciona el calzado aumenta la presión que el cuerpo ejerce sobre los pies.
Además de que el contacto directo
con el suelo lo es también con gérmenes, residuos, suciedad, etcétera.
Desde el punto de vista de la
osteopatía, disciplina donde se pone una atención especial en la estructura
anatómica y los trastornos mecánicos del cuerpo, andar descalzo es muy
beneficioso, sobre todo si se hace sobre superficies rugosas, planas y sin inclinación
lateral, sin importar la temperatura. El pie se adapta también muy bien a las
superficies con inclinación lateral, aunque se pueden producir sobrecargas
musculares en la cadera, glúteos o columna lumbar.
Andar sin zapatos, hace que la
biomecánica producida en el pie, y en el cuerpo entero como unidad, genera de
forma natural una reorganización tensional estructural que alivia la presión
producida por el calzado que utilizamos a diario. Un descanso muy recomendable
para recuperar la alineación de las articulaciones y el espacio anatómico.
Si se padece algún tipo de
patología o disfunción –sesamoiditis, metatarsalgias o fascitis plantar…– lo
aconsejable es acudir al traumatólogo.
Andar descalzo es también
aconsejable para los bebés: contribuye a su desarrollo en el proceso de
interconexión neuronal motora y además les ayuda a reconocer el terreno, a
ubicarse mejor en el espacio y afianzar su seguridad día a día. Y para los
ancianos, aquellas personas que están sometidas a mucha tensión muscular y emocional
cada día y quienes pasan mucho tiempo de pie o sentado.
*Dr. Miguel Sánchez Viera,
director del Instituto de Dermatología Integral. España
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